La historia siempre se repite.

Veo nacer un sueño. Es hermoso y me cautiva. Pero aun es frágil. Aun no es muy grande ni fuerte ni esta del todo definido. Así que trabajo por él. Invierto horas y momentos que dedicaba a otros. Pero lo merece porque no es solo para mí. Es para otros también. Es el bien de algo que me importa. Tengo ganas de que todo el mundo lo vea. Siento orgullo al saber que formo parte de ello. Otros se acercan a verlo. También les cautiva porque es un sueño hermoso. Lo comparto. La voz se corre y cada vez más gente se acerca. El sueño también crece y se fortalece. Cada vez hay más gente que vive ese sueño. Hay que compartirlo entre todos pero no importa. No importa quien lo tenga y lo fortalezca mientras sea fuerte y siga adelante. Pero no todos parecen darse cuenta de que aun es frágil. Le ponen peso, presión y poco a poco sin que me de casi cuenta se va deformando bajo ese peso. Se desvirtúa. Para cuando lo veo ya es tarde. Me cegaba el amor por él y solo veía como fue, no como es. Intento luchar desde dentro porque me sigue importando. Y me duele ver en lo que se esta convirtiendo. Pero nunca he podido cambiar las cosas. Mi voz suena baja y amortiguada. La última vez también lo intente. Y no lo logre. Ni tan siquiera llegue a verde. No se me dejo. Me faltaba elocuencia y sobraba timidez. (La historia de mi vida) ¿Se va a repetir? Casi parezco gafada. Envidio a aquellos que tienen claro que han de hacer. Me duele ver las cosas así. Desde fuera no puede cambiarse nada. Pero si desde dentro no voy a hacerlo ¿De que me sirve sufrir para nada? Lo único claro ahora es que no me gusta dejar las cosas a medias. Acabare lo empezado y seguiré con lo que me toca. En febrero veremos.